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Una nueva, extraña pero no inédita, fase del ciclo económico-bursátil

Desde finales del pasado mes de febrero el ciclo económico-bursátil en los Estados Unidos, y por influencia en todo el bloque occidental, ha entrado en una nueva fase negativa para los activos de riesgo y, en algo extraordinariamente poco común, es una fase negativa "patrocinada" por el gobierno de los Estados Unidos.

Aunque es un entorno macro extremadamente raro, ya que los gobiernos y las autoridades monetarias casi siempre se esfuerzan por hacer subir la bolsa -o por lo menos en no hacerlas caer-, no es inédito ya que, a principios de los años 80 cuando el presidente de la Reserva Federal era Paul Volcker, éste subió los tipos de interés oficiales hasta el 20% en junio de 1981, con la explícita intención de acabar de una vez por todas con la lacra de la elevada inflación en la que estaba sumergida el país.

Inflación interanual en Estados Unidos y fecha en la que la FED subió los tipos de interés hasta el récord del 20% en junio de 1981. Después de eso, la inflación se moderó durante las siguientes décadas.

A finales de la década de los años 70 la inflación interanual ya llevaba creciendo descontroladamente casi 10 años, llegando hasta una muy preocupante tasa del 14,50% en 1980 (muy superior, por ejemplo, al 8,99% que se alcanzó en 2022 tras la pandemia y que tantos quebraderos de cabeza ha traído desde entonces).

Volcker, que comenzó su mandato como presidente en la Reserva Federal en 1979 y con el claro mandato de hacer lo que fuese necesario para controlar la inflación, subió los tipos de interés oficiales hasta el 20% en 1981, provocando como efecto secundario una moderada recesión económica, pero controlando de una vez por todas las alzas de precios y dando lugar al mejor periodo económico de la historia de los Estados Unidos: los años 80 y 90, o la llamada Gran Moderación.

En 1981 la Reserva Federal, con Volcker de presidente, subió agresivamente los tipos de interés hasta el 20% (en gris en el gráfico) y solo los comenzó a reducir cuando se desató una recesión económica. Es ahí justo, en el verano de 1981, cuando las bolsas estadounidenses (en magenta Nasdaq Composite) comenzaron un moderado mercado bajista que les llevó a declinar un -25%.
El coraje de Paul Volcker para tomar medidas difíciles en un entorno macro extremadamente complejo, ha hecho que la historia recuerde a este presidente de la Reserva Federal, como un "héroe americano" por muchos de sus compatriotas, dado que su buena actuación fue uno de los elementos clave que dio lugar al mejor periodo de la historia de su país.

El caso actual, un Volcker 2.0 (a la inversa)

Si el pasado 24 de febrero advertí que estaban ocurriendo cosas extrañas en el comportamiento del mercado, casi un mes después todo ha quedado completamente claro, tal y como expliqué en el último análisis del 10 de marzo, aquí en el Club.

Desde su toma de posesión el pasado 21 de enero, Donald Trump y su Secretario del Tesoro, es decir el ministro de finanzas Scott Bessent, están tratando de desinflar las bolsas para que el mercado de bonos repunte y los tipos de interés de largo plazo, y por extensión los de corto plazo, declinen.

Su mentalidad es que, por la grave situación fiscal del país, donde el déficit fiscal lleva años disparado y se encuentra actualmente en el -6,28%, un nivel que solo se iguala, ojo a esto, con el déficit durante la II Guerra Mundial, la Gran Recesión de 2008 y subsiguientes años y con la pandemia del coronavirus, se hace necesario tomar medidas drásticas y antipáticas para poder volver a controlar de una vez por todas el déficit y, por extensión, de la deuda del país.

Es decir, su plan es similar al de Volcker, pero esta vez en sentido inverso, forzando a que los tipos de interés desciendan para que el país se pueda refinanciar a menores precios y con ello comenzar a recortar el déficit.

Déficit / superávit de los Estados Unidos expresado como porcentaje de su producto interior bruto. El nivel del -6,28% actual (línea magenta), es propio de grandes "cataclismos" como la II Guerra Mundial, la Gran Recesión o la Pandemia de 2020, pero totalmente impropio para un entorno de crecimiento económico como el de los últimos años.
Estados Unidos afronta un muro de deuda a refinanciar en este 2025, en medio de un déficit descontrolado del -6,28%.

Con todo ello en mente, Trump y Bessent, deliberadamente han lanzado mensajes desestabilizantes para los mercados. Desde los famosos tuits del presidente anunciando nuevos aranceles a diestro y siniestro, tanto contra aliados como contra adversarios, hasta las muy intencionales declaraciones del Secretario del Tesoro, como la que lanzó el 25 de febrero señalando que "por debajo de la superficie la economía es frágil, por culpa del gasto excesivo llevado a cabo por la administración Biden", frase que hizo de disparo de salida del retroceso bursátil actual.

O la frase que el mismo Bessent dijo el pasado 7 de marzo de que "el mercado y la economía se han vuelto adictos a un excesivo gasto gubernamental y vamos a pasar por un periodo de desintoxicación", o la más reciente de este 18 de marzo, también de Bessent, donde dijo que "pedir garantías de que no vaya a producirse una recesión, es infantil".

Y por si no está quedando claro del todo, también tenemos al vicepresidente JD Vance declarando este 18 de marzo que "la premisa fundamental, el objetivo esencial de la política económica del presidente Trump, es deshacer 40 años de políticas fallidas en este país".

Índice de incertidumbre económica en los medios de comunicación. Esta fase de alta incertidumbre, a diferencia de todas las demás, es de naturaleza endógena ya que está creada de forma deliberada por el propio gobierno.

En resumidas cuentas, con estas declaraciones, incluyendo los aparentemente alocados anuncios de aranceles por parte de Trump en las redes sociales, esta nueva administración busca crear incertidumbre en los consumidores y en los mercados, para con ello crear una desaceleración económica que fuerce a la baja los tipos de interés, tanto los de largo plazo "controlados" por el mercado, como los de corto plazo controlados directamente por la Reserva Federal. Y todo con el objetivo de empezar a refinanciar la deuda soberana en términos más favorables y permitir que la "economía real de la calle" pueda financiarse también a mejores tipos.

Si el mercado desciende y se consigue que las expectativas económicas se desplomen, los consumidores y las empresas acabarán reduciendo su gasto e inversión hasta que finalmente llegue esa buscada desaceleración, la cual, por supuesto, podría acabar en recesión. Un objetivo -el de recesión- que explícitamente no busca el Secretario del Tesoro, pero que, como hemos visto por sus declaraciones, es un más que posible resultado que entra dentro de sus planes.

Al fin y al cabo, enfriar la economía desde el gobierno es bastante fácil, pero es muy difícil enfriarla solo hasta el punto que te interese.

Ya se hacen notar los primeros signos de la desaceleración

Todos estos eventos, que se han vuelto explícitos desde hace poco menos de un mes, efectivamente han comenzado a notarse en diferentes encuestas a los hogares, consumidores y empresas. No se nota por ahora en los datos económicos "duros", pero sí en algunas encuestas de percepción y de intenciones.

Por ejemplo, las expectativas a 6 meses de inversión en bienes de capital por parte de las empresas, según la encuesta realizada por la Reserva Federal de Nueva York, ha caído repentinamente a su nivel más bajo desde la pandemia, declinando hasta niveles (-3,9) que en otras ocasiones han sido niveles propios de recesión. Ni siquiera durante la fuerte desaceleración de 2022 esta encuesta llegó a entrar en terreno negativo (siguiente gráfico).

Encuesta a las empresas sobre sus expectativas de inversión en bienes de capital. Actualmente en el nivel mas bajo desde la recesión provocada por la restricción de la vida civil durante la pandemia del coronavirus.

Y, por el lado de los hogares/consumidores, el enfriamiento de las expectativas está siendo igual de drástico. Repentinamente, donde no había especial estrés, ahora los consumidores según la encuesta de la Universidad de Michigan, estiman que el desempleo se disparará durante el próximo año, una expectativa extraordinariamente pesimista y que, si fuera por el historial de esta misma encuesta, casi garantizaría que entraremos en recesión más pronto que tarde.

Encuesta a los consumidores por parte de la Universidad de Michigan, sobre sus expectativas con respecto al mercado laboral en el siguiente año (en blanco) y variación interanual del desempleo (en azul e invertido por motivos didácticos).

La FED empieza a reconocer la realidad

Entre los planes de la dupla Trump-Bessent, se incluye el elemento de que la FED reconozca cuanto antes el enfriamiento económico y comience a reducir los tipos de interés oficiales, "olvidándose" del riesgo de inflación, ya que una fuerte desaceleración, o tal vez recesión, haría que la inflación descendiese por sí misma sin necesidad de que la FED mantenga los tipos de interés elevados.

¿Por qué buscan influir con tanta prisa en la FED? porque si bien la administración Trump puede con sus declaraciones y señalamiento de intenciones enfriar la economía y con ello hacer que los tipos de interés de largo plazo se reduzcan "algo", como ya ha ocurrido en las últimas semanas, el actor que realmente puede provocar un, llamémosle "tsunami", en el mercado de renta fija, es el actor que controla los tipos de interés oficiales, es decir, la FED. Esto es así porque cuando los tipos de interés oficiales se mueven, esto afecta de forma contundente a toda la curva de tipos de interés.

En ese sentido, la FED, que tiene el doble mandato legal de mantener el equilibrio en el mercado laboral y en la inflación, solo podría comenzar a bajar los tipos de interés cuando estuviera convencida de que el mercado laboral está ya destruyendo empleo. Si no, por definición, estaría incumpliendo la ley.

Y como eso no ha ocurrido hasta el día de hoy, pues era obvio que la FED no iba a recortar tipos de interés en la reunión de ayer, ni iba a anunciar explícitamente cuando lo va a hacer. Sin embargo, para quien sepa leer entre líneas -siempre hay que hacerlo con la FED-, desde la reunión de ayer la FED ya ha comenzado a preparar el terreno para retomar la senda de los recortes de tipos de interés oficiales.

En primer lugar, redujo al mínimo su programa de venta de activos en su balance (QT), un paso necesario para pasar a a una fase de estímulos monetarios convencionales y no convencionales (si no sabes lo que es el QT o "contracción cuantitativa", no te preocupes, no es algo central a lo que estoy explicando hoy. En todo caso, puedes leerlo en la Wikipedia).

En segundo término, los miembros de la FED redujeron su perspectiva de crecimiento del PIB para este año 2025, desde el 2,1% previo hasta un nuevo 1,7%. Esto, que parece un pequeño ajuste en una estadística estimatoria, en el lenguaje de la FED significa algo así como "reconocemos el nuevo escenario de probable desaceleración".

Tabla de proyecciones de diferentes medidas macroeconómicas por parte de la FED. Se resalta en azul su actual y anterior previsión para el PIB de 2025.

Y, en tercer lugar, durante toda la rueda de prenda, Jerome Powell, el presidente de la FED, señaló la gran incertidumbre que se había abierto. Esto que, de nuevo, podría interpretarse como mera palabrería económica, significa muchísimo por las numerables veces que lo mencionó.

En resumidas cuentas, la FED ayer "dijo" que entiende lo que está pasando (normal porque se reúne con el Secretario del Tesoro), "admitió" que como mínimo se va a producir una desaceleración, "señaló" que empieza a prepararse para este nuevo escenario, pero, por supuesto, que no puede indicar explícitamente que va a bajar tipos de interés, porque aún no hay datos reales de que se esté perdiendo empleo.

Así, leyendo entre líneas lo dicho en la conferencia de prensa de ayer, llego a la conclusión de que por fin el Secretario del Tesoro está consiguiendo ganar el pulso a la FED, la cual se suponía que principalmente estaba preocupada por la inflación.

Uno de los datos clave que tanto la FED como los inversores están observando desde ya, es el de nuevas solicitudes de las ayudas por desempleo (initial claims), un indicador adelantado del mercado laboral y de alta frecuencia, ya que se publica cada semana, que debería ser de los primeros en repuntar si efectivamente el mercado laboral entra en contracción.

La buena noticia, por el momento, es que este indicador macro clave no está mostrando ningún signo de estrés. Hoy mismo se dio a conocer el dato de esta semana con 223.000 nuevas solicitudes de paro, una cifra completamente benigna.

Dato semanal de nuevas solicitudes de ayudas por desempleo. En magenta el nivel clave de las 260.000 solicitudes por semana, un nivel que indicaría fuerte entrés económico.

Sin embargo, cualquier lectura elevada casi con toda seguridad creará retrocesos adicionales en los mercados y, si se se empiezan a superar las 260.000 solicitudes de paro por semana, que son los máximos del actual ciclo expansivo de la economía estadounidense, probablemente los mercados llegarían a la conclusión casi definitiva de que se estaría entrando en recesión. Y, por supuesto, la FED llegaría a la misma conclusión.

Horas después de la reunión de la FED, el presidente Trump publica en redes sociales "La FED haría mucho mejor recortando tipos de interés, a medida que los aranceles empiezan a impactar en la economía. Haz [tu FED] lo correcto. El 2 de abril es el día de la liberación en Estados Unidos.

Los mercados y mi punto de vista

Hasta aquí, aunque por supuesto hay opiniones propias intercaladas en lo explicado, lo cierto es que considero la mayoría de estos elementos como hechos más que opiniones (lo que Trump-Bessent buscan conseguir, lo que los consumidores y empresas están percibiendo y la nueva actitud de la FED).

Y, por otro lado, mi idea es explicar -o recordar- en mi próximo análisis (a no ser que ocurra algo de máximo interés) el cómo una recesión afectaría a los diferentes activos de inversión, ya sean acciones, bonos, oro y hasta bitcoin.

No obstante, sólo quería añadir una última nota de cautela sobre el comportamiento de las bolsas estadounidenses. Como todos sabemos, hasta la fecha el índice S&P 500 ha llegado a declinar un -10,46%, una corrección en menos de un mes donde no ha llegado a verse ningún momento de gran drama, pero donde el goteo a la baja ha sido casi constante.

Índice S&P 500 en base diaria y medias de 50 y 200 sesiones.

La mala noticia, en mi opinión, es que no se está viendo ningún tipo de fortaleza por el momento y normalmente mercados débiles lleva a que los mercados sigan mostrándose débiles. Esa ausencia de un rebote significativo tras una caída del 10%, es bastante llamativo y mi postura es de máxima cautela.

Yo, como la FED, para entender que las probabilidades bajistas son muy elevadas, tendré que verlo en los datos macroeconómicos "duros" como el empleo, pero mi postura ahora mismo es, como digo, de máxima cautela.

Si cuando el mercado corrigió con fuerza el pasado mes de agosto un -9,71% y publiqué un análisis titulado "Esto es una corrección bursátil en medio de un mercado alcista" donde mostraba mi gran convicción alcista, ahora mismo no puedo decir lo mismo.

Mis dudas son enormes, el mercado está roto a nivel técnico, la situación macro parece que con muchas probabilidades va a cambiar más pronto que tarde y, por tanto, mi cautela es máxima porque estamos en un entorno completamente diferente desde hace un mes.

Dicho esto, lo más importante es que con mis explicaciones haya logrado explicar con la mayor exactitud, como están las cosas a día de hoy.

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